*Editorial Radio La Klave. El Enfoque Klave.
La semana pasada, los gobiernos de Guatemala, El Salvador y Honduras –representados en sus vicepresidentes– designaron oficialmente la zona trinacional de El Trifinio como Reserva de Biósfera.
Esta categoría es otorgada por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) a áreas naturales de significativa diversidad biológica desde 1971, con propósitos de conservación ambiental y de estudios científicos. Con la nominación de Reserva de Biósfera, El Trifinio pasa a ser parte de los sitios que son considerados por Naciones Unidas como Patrimonio Común de la Humanidad.
La ahora oficialmente llamada Reserva de Biósfera Transfronteriza Trifinio-Fraternidad está compuesta en el lado salvadoreño por el lago de Guija, el parque nacional Montecristo y el cerro El Pital; y es la única trinacional en el continente americano.
Sumando los territorios del lado guatemalteco y hondureño son más de 100 mil hectáreas. Aquí serían protegidas 3 mil tipos de plantas, 208 especies de aves, 98 clases de mamíferos, 50 tipos de anfibios y reptiles, 21 clase de colibrís, entre otros.
Sin embargo, hay algo que pone en grave peligro el alcance de este objetivo: la instalación de la mina Cerro Blanco en lado guatemalteco, que amenaza el lago de Guija y otros sitios de la recién declarada Reserva de Biósfera.
Esta mina –que Guatemala se niega a suspender a pesar de la creciente oposición de organizaciones ecologistas guatemaltecas y salvadoreñas– podría contaminar con cianuro, metales pesados y drenaje ácido el agua, aire y suelo de la zona.
Si esta mina no se detiene, de nada servirá la designación de Reserva de Biósfera para la diversidad de flora, fauna y recursos hídricos de El Trifinio. Esta mina, además, contaminaría el Río Lempa e impactaría en el suministro de agua potable de San Salvador.
Por tanto, las organizaciones ambientalistas de Guatemala, El Salvador y Honduras deben aprovechar la declaración de Reserva de Biósfera para presionar los gobiernos de los tres países para que no permitan actividades mineras en la zona.
Y una primera acción sería denunciar ante Organización de Naciones Unidas la existencia de Cerro Blanco y otros proyectos mineros que podrían impedir el alcance de los objetivos de conservación ambiental de esta Reserva de Biósfera.